lunes, febrero 04, 2008

El regreso

Nueva York sigue siendo tal y como lo dejé hace demasiadas semanas: se ha transformado en algo distinto. Quizás las ciudades nunca cambien por sí mismas sino a través de sus habitantes y la arquitectura sea entonces un diario tangible de este singular compás. En el caso de Nueva York la metamorfosis no es producto sino condición, no es fenómeno sino noúmeno, no es conclusión sino premisa.

Con este espíritu del estreno (de ciudad, de año, de nariz…) he decidido volver a retomar estas páginas virtuales, a las que llevo abandonadas un año exacto, más para ejercitar mi pluma para futuros proyectos y evitar la galopante pérdida de memoria que por afán de llamar la atención, aunque ésta sea siempre bienvenida. Obviamente he decidido ignorar las convenciones del género. Reconozco mi incapacidad para narrar mi vida en un telegrama absurdo, en una lista de cosas y lugares que hacer o visitar antes de morir, en una entrada trufada de faltas de ortografía donde comentar el último cotilleo, pontificar sobre política o resumir trabajosamente todas las noticias publicadas acerca del futuro de alguna materia.

Llegué a la ciudad el miércoles (30 de enero) tras un trabajoso vuelo con escala en Dublín decidido a recuperar esa parte de la rutina cotidiana que tanto extrañé las pasadas semanas. El delicioso café de Joe's (un fuerte café que –como Nueva York- no se acaba nunca). Las tartas de bacalao vegetarianas de Red Bamboo (entrañable contrapunto a los bacalaos del Revuelta madrileño). Los grandes ventanales de la biblioteca de NYU, por donde asoman el Chrysler y el Empire State con sus luces de colorines para encontrarme dormitando apaciblemente. Las matutinas clases de yoga que me terminan de adormecer en la certidumbre de que todo, salvo las sensaciones físicas, viene a ser una pura mentira (especialmente el futuro).

Como si los Reyes Magos me hubieran regalado un Nueva York de Lego, este ficticio fin de semana me lancé al desenfreno de montar y desmontar la isla de un lugar a otro. El jueves (31 de enero) estuve merodeando por la zona del Lincoln Center y al fin descubrí por pura casualidad dos joyas –una cafetería y una tetería- idóneas para escapar de la tiranía Starbucks y concederse una dosis de lirismo. El Café de la Fortuna se vende como una de las muchas madrigueras de John Lenon y todavía mantiene ése ambiente de intelectualidad neoyorquina de los sesenta junto con un jardín que promete largas conversaciones estivales. Alice's Tea Cup es una romántica tetería con mesas de madera estilo rústico y tazas de porcelana, el lugar perfecto para leer una novela victoriana y contemplar de soslayo a universitarias de clase alta leyendo a Hegel con sensualidad. Tras la doble sesión de cafeína y teína, conseguí una mesa sin reserva en Telepan al parecer uno de los mejores restaurantes asequibles según el NYT y que al final no fue ni tan bueno ni tan asequible. La velada terminó en el Metropolitan, donde había conseguido un par de entradas para ver “Hansel y Gretel” aprovechando mi sempiterno descuento de estudiante. La ópera, de un tal E. Humperdinck, resultó bastante soporífera después de todo.

El viernes (1 de febrero) conseguí ver al fin “There Will Be Blood” la última película de Paul Thomas Anderson sobre la que a buen seguro escribiré más adelante.

El sábado (2 de febrero) decidí hacer algo que siempre había pospuesto por alguna razón u otra: una excursión en teleférico hasta Roosevelt Island. El viaje dura menos de cinco minutos y carece de todo glamour pero las vistas del lado este de Midtown son excepcionales. La isla es una ínfima parcela de tierra entre Manhattan y Queens ocupada por edificios residenciales y un único restaurante –Trellis, bastante malo- donde estuve almorzando. Después tomé la línea F del metro hasta Brooklyn Heights, donde había quedado con unos amigos para ir al cine del BAM a ver la película Le scaphandre et le Papillon y cenar en un pintoresco aunque irregular restaurante mexicano llamado Los Pollitos II en el área de Park Slope.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola ..me alegro de que vuelvas a escribir el blog, asi estaré enterada de las novedades en NYC