martes, febrero 05, 2008

Super Tuesday

Hace unos años le preguntaron a Lars Von Trier cómo era posible que planeara hacer una trilogía de películas acerca de la sociedad norteamericana cuando jamás había puesto los pies en Estados Unidos. El director repuso que sabía más de América que de cualquier otro país, con la posible excepción del suyo. A fin de cuentas casi todas las series de televisión, las películas, la música, la publicidad y casi todo lo que nos rodea en Europa es americano o quiere serlo.

Hoy he pensado en cuánta razón tenía Von Trier al insinuar que todos nosotros, europeos, para bien o para mal, tenemos una doble nacionalidad virtual. De hecho, quizás los únicos que no la tengan sean los propios estadounidenses, a quienes jamás se les ocurriría escuchar una canción sin comprender la letra, ni ver una película que no esté en su idioma (aquí no hay doblajes y las películas extranjeras llegan a cuentagotas) ni mucho menos contemplar en la televisión una serie que transcurra fuera de sus fronteras y, pongamos por caso, hable de la sala de urgencia del 12 de Octubre, los policías de Vallecas o las esposas desesperadas del barrio de Salamanca. Nosotros, en cambio, sabemos nombrar los ministros americanos mejor que los propios, conocemos los escudos de sus universidades, las sórdidas historias de sus famosos, las complicadas tramas de sus series de televisión, la melodía de sus canciones sin más letra que las dos palabras que conseguimos distinguir en el estribillo. Y ahora, comparando las portadas de El País con la del New York Times, parece que ya sabemos lo que es el "Super Martes" y seguimos al minuto los resultados de los candidatos en las elecciones primarias para las elecciones de noviembre a la presidencia americana. Y no es cuestión nacional: la portada de Le Monde sigue el mismo camino trasatlántico.

Lo más triste del asunto no es una cierta bi-culturalidad siempre deseable como cura de tanto nacionalismo rancio (español u autonómico) sino su peligrosa falsedad, de la que uno se da cuenta cuando empieza a vivir realmente en Estados Unidos, a convivir con sus gentes y sus costumbres, a beber eggnog y preocuparse por el Credit History. Allá, en Europa, nos hemos inventado una América a base de médicos forenses, salas de urgencia, héroes improbables y ciudades llenas de colorines. Hemos traducido los chistes locales y las costumbres autóctonas por versiones fantásticas que se sitúan a medio camino de todo. No comprendemos la letra y sin embargo tarareamos la melodía.

Kafka, como Von Trier, tampoco estuvo en América y sin embargo decidió situar su primera novela en Estados Unidos. En "El Desaparecido", cuando el protagonista llega en barco desde tierras europeas, ve la Estatua de la Libertad, inmensa, prometedora y con una espada en la mano. Nunca he estado seguro de que se tratase de un error.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué alegría que vuelvas a escribir, berg!

además has venido (o te has ido, según) con ganas y buena letra.

que esto no decaiga! los fieles nunca abandonamos los feeds :)

Anónimo dijo...

Hola..estoy sorprendida porque es la primera vez que no veo que elogies tanto a America, muy buen post, mucho tendría que decir al respecto. A mi me gusto mucho NYC que conocí gracias a ti, pero no soy defensora de la cultura norteamericana todo tiene pros y contras... pero lo cierto es que si todos seguimos en europa las noticas de america es por motivos economicos, nada mas..respecto a la tele y demás ...eso daria para muchos comentarios
saludos Rosa