miércoles, octubre 18, 2006

Teo en el supermercado

Aunque los neoyorkinos son conocidos por sus diminutas cocinas y su poca afición a cocinar -hay muchos que ni siquiera desayunan en casa- les encanta ir al supermercado y pasar las horas mirando con cara de gourmets el aporte calórico de cada producto y fingiendo decidir con el mejor criterio (realmente, precio o colorines de la etiqueta). Es un deporte nacional llenar el carro de productos "light" y colocar encima un enorme helado de chocolate y la consiguiente bolsa de Doritos (con sus infinitas salsas) recuperando así el equilibrio universal.

La elección, alas, es compleja. Por poner un ejemplo... ¡la leche!. Distinguen aquí entre Cream (algo así como nata líquida, la ponen mucho en el café) y leche propiamente dicha, que puede ser según el grado de tratamiento artificial 1) Orgánica; 2) Semi-orgánica o 3) Normal, y según el contenido de calorías 1) full, 2) half and half, 3) skim, 4) 2% fat o 5) non-fat. No hay que olvidar tampoco otras variedades de leche, en especial de soja y la "non-dairy" (o "no láctea" - ¿cómo puede ser la leche no láctea?). Una locura, vaya. (Se buscan inversores para introducir leche al Pi % de grasa en este país).

¿Los precios? En general comprar comida en Manhattan sale más caro que ir de restaurantes (baratos) a no ser que recurras a subproductos locales. Si decides comprar alimentos orgánicos entonces hay que preparar la tarjeta de crédito (¿a quién le importa? a 1 millón de dólares por un estudio no se van a preocupar por la lista de la compra...). Hay, con todo, algunas tiendas que casi se salvan, como el supermercado Trader Joes, las pescaderías de Chinatown (con suerte) y tiendecitas escondidas por el barrio.

Pero quien intente conseguir productos españoles aquí, abandone toda esperanza en la frontera. O mejor dicho, en Italia. En cualquier supermercado hay decenas de variedades de aceite italiano y ni una de aceite español. Y ocurre lo mismo con el vino. Los únicos productos "españoles" que he localizado en supermercados genéricos son jamón serrano "revilla", chorizo "palacios", queso "el gran capitán" y vino "marqués de riscal" (mejor no digo los precios, pero os los podéis imaginar). Con 300 millones de americanos -ayer llegaron a esta cifra- creo que los productores españoles deberían ponerse las pilas. Por ellos... y por mí, que ayer abrí una botella de vino blanco de las bodegas Coppola y casi me desmayo de la náusea. ¿Alguien me envia un Rueda? ;-)

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja... me he reído mucho con tus tribulaciones culinarias!

sólo una cosa, ese aceite "italiano" es, en gran medida, de origen español.
el motivo de tal usurpación se remonta a una privatización de las aceiteras que tomó el gobierno socialista de nuestro país como hace 15 años (motivado por a saber qué presiones monetarias colaterales, ya sabes como es esto...) y que desembocó en lo que ves.

de todas formas, del tema -veo que recurrente- de la fuerza italiana en los usa ya hablaremos largo y tendido, que ya sabes que soy un italianista :D